24 dic 2011

Vikingos en Belén

El trabajo de un cronista consiste en recopilar historias de aquí y de allí, investigar si cabe su veracidad y conocer sus orígenes.
Toda buena historia tiene sus cientos de versiones una vez se populariza por todo el mundo. ¿Quién puede asegurar cuál es la verdadera? Eso ya es tarea del receptor. 
Si ha habido alguien capaz de crear historias nuevas y de encontrar relaciones ocultas entre unas leyendas y otras ese ha sido Álvaro Cunqueiro, escritor gallego del siglo pasado, que dedicó buena parte de su tiempo a escribir mitos y leyendas que encontraba aquí o allí... al igual que haría un cronista.
Es por esta razón por la cual admiro tanto la obra de este hombre y me entristece que poca gente conozca a este literato, probablemente, único representante de la literatura fantástica española de medidados del siglo XX.


Aprovechando las fechas en las que nos encontramos, y con el deseo explícito de dar a conocer la obra de Cunquerio, os dejo con uno de sus artículos que más me han gustado, extraído del libro recopilatorio "Fábulas y leyendas de la mar".

¡Feliz Navidad y próspero Año Nuevo!




LOS VIAJES A JERUSALÉN

Me refiero a los viajes que hicieron a Tierra santa los hombres del Norte, los normandos, los vikingos, que pasaron con sus naves las columnas de Hércules y llegaron hasta el Gran Castillo, como ellos llamaron Constantinopla.

Convertidos al cristianismo después de su Rey Olaf –aquél que tanto daño hizo en Galicia en la expedición de 1014-, y que ahora está  en los altares como San Olaf  y lo tiene Noruega como Patrón, los que llegaban a Constantinopla, como Sigurd, querían llegar a la ribera palestina, como pacíficos peregrinos y acercarse a Jerusalén, en concreto a Belén, donde había nacido el Señor. Y apareció entonces una narración de viajes santos y visiones, de sucesos prodigiosos; de santos milagros. Por ejemplo, un tal Guntrid Gunnarson pertenecía a la guardia varega Edel Emperador de Constantinopla. Esta guardia, como su nombre indica, estaba compuesta exclusivamente por vikingos a sueldo. Cuando a Guntrid le llegó la hora de licenciarse, y habiendo quedado viudo de una griega rica, decidió ir a Jerusalén y Belén.

Camino del Santo Sepulcro, le sorprendió una terrible tempestad de nieve y, sin saber cómo, se encontró frente a la puerta de Belén, buscó refugio en una pequeña casa en cuyo portal se veía luz,y se halló con José y María, la cual acababa de dar a luz al Niño. Se escuchaban músicas celestiales, y por el aire andaban pequeños soles y lunas, y las estrellas bailaban cogidas de la mano. Esta imagen no es invención mía, que está en el texto, y pasó a relatos posteriores. José le dijo algo a Guntrid, y el guerrero sacó de debajo de su capote el bowdl de plata, arte del botín de una expedición a Irlanda, y fue a llenarlo de agua a una fuente que se escuchaba cantar en el silencio de la noche. Y dándole a José el pequeño jarro, aquel le dio a beber a María. A Guntrid le fue devuelto su jarrillo de plata, y lo guardó donde solía. Y en aquel momento quedó ciego.

Una mano lo condujo como por el aire donde había otros vikingos peregrinos.
 Y acontecía que cada vez que Guntrid Gunnarson contaba su visita a Belén, y cómo había estado presente en la primera hora del nacimiento del Niño, veía, y las palabras de su boca se hacían luminosas en el aire, y todos veían, si era noche, como si fuese mediodía. Cuando Guntrid terminaba de decir las palabras del relato, volvía a ciego, y como no había palabras luminosas saliendo de su boca, volvía la oscuridad nocturna. De regreso a Noruega en una nave vikinga, aconteció una tarde que oscureció repentinamente, y se levantó mucho mar, y entonces le fue pedido a Guntrid que contase lo visto en Belén, y contó, con palabras encendidas como lámparas de buen aceite, y los vikingos a su luz pudieron ver la costa a estribor y llegar a ella, encontrando refugio. 

En la iglesia de Trondheim fue considerado más adelante como santo. Allí había costumbre, cuando nacía un niño de ir a buscar a un forastero que pasara por allí para que acudiese a dar un jarro de agua al padre, quien a su vez daría de beber a la madre, en memoria de lo que pasó en Belén la vez que Guntrid estuvo allí.

Hay otros relatos que relacionan a los vikingos con el nacimiento de Jesús. Como pasa en la historia de San Olaf. Éste tuvo un sueño en último año de su reinado: José, María y Jesús huían de Herodes, y se encontraban perdidos a la orilla del mar. Entonces, Olaf, despertó angustiado. Aunque ya era cristiano, mandó llamar a un pagano que sabía viajar por el aire y convocar espectros. Se acercó el pagano al hall del rey, con promesa de que no sería muerto. Olaf le dijo:

            -Suponte que unos amigos míos, que llevan con ellos un recién nacido, están huyendo de una terrible cólera, perdidos en una playa. ¿Qué podrías hacer por ellos y por mí?
            -Podría enviarles una nave.
            -¿Y el precio?
            -Tus doce mejores hombres de mar, que nunca regresarán a sus casas.

            Olaf no perdió tiempo. Eligió entre sus parientes doce de los mejores guerreros y marineros, y los embarcó en aquella de sus naves elegida por el mago pagano. A una palabra de éste, la nave se hizo a la mar, llevada como en vuelo por un viento que saltó a popa. Olaf pagó al mago y se echó a dormir, por ver si en sueños veía la nave llegar a tiempo. Y se durmió y volvió a soñar, y vio llegar la nave vikinga a un arenal, y cómo bajaba de ella su sobrino carnal Skuel Einarson, y recogía a los fugitivos, haciéndoles subir a la nave que los llevaba a Egipo, donde los dejaba en un jardín que se adelantó por el mar a recibirlos, cerca del faro, es decir, de Alejandría. Y al retirarse el jardín a la costa, una gran ola volcó la nave, y los tripulantes perecieron ahogados. Salvada así la Sagrada Familia, Olaf volvió a llamar al pagano.

            -¿Puedo rescatar a mis parientes?- preguntó el rey
            -Puedes. Dame doce días de tu vida por ellos y uno más por la nave.
            -En la medida en que mi Dios me lo permite dártelos, tuyos son.

El mago eligió doce pelos de la barba de Olaf  y otro más en el centro de la cabeza. Poco después se escucharon gritos en la ribera, y era la nave de los doce sobrinos que regresaba. Estos contaron que estuvieron seis horas en la tiniebla profunda de la mar, pero tranquilos, sin miedo a ahogarse, ya que estaban viendo sobre ellos la mirada del Rey. La nave habló y dijo que quería que su madera sirviera para el ataúd del Rey, y la que sobrase que fuese quemada en los funerales. El juez Sturia, que hizo un hermoso elogio de un bandido llamado Grettir el Fuerte, elogió también esta nave, <<la primera nave que habló con los hombrees, y de la que puede decirse que naufragando murió y resucitó para dar testimonio de la piedad del Rey Olaf, al que le costó un pelo de su cabeza>>.
            En memoria de este suceso, en la Noruega cristianizada, el día de los Santos Inocentes, se quemaban naves de madera en las iglesias. En memoria de la nave vikinga en la que viajaron José, María y el Niño, huyendo del Rey Herodes y de la gran degollación que ordenó. Unos hombres, reyes del mar, tenían que inventar forzosamente una huida por el mar.

Álvaro Cunqueiro.

29 nov 2011

Los pueblos de Gasalia: Humanos

Disculpen la tardanza. Este último mes he estado bastante ocupado intentando resolver unos antiguos manuscritos cifrados de un maestro de la magia de traslación ínter dimensional, es decir, la escuela de magia que estudia la apertura de portales entre este mundo y otros. ¿Que por qué lo hice? ¡Oh, por nada! Todas estas runas de invocación por ahí desparramadas no significan nada tampoco. Claro. ; )



La raza Humana es posiblemente la más numerosa de todas las que pueblan Gasalia. Precisamente debido a esta gran numerosidad se dan lugar muchas diferencias dentro de la misma. 

Sus orígenes son muy difusos. Aunque oficialmente son la raza más "joven" de todas las que provienen de los Elvetris y su progresiva mutación, no se encuentran pruebas fehacientes de que así sea pero tampoco se encuentra nada que demuestre lo contrario, por lo tanto, la teoría de que fueron los últimos seres en surgir de los antecesores Elvetris se sigue defendiendo por muchos historicistas y sabios estudiosos. 

Lo que sí hay son muchas historias y relatos épicos sobre el origen de los diferentes Reinos. Gasalia es para los humanos el centro de su mundo y por lo tanto lo nombran normalmente como el Gran Reino o directamente el Mundo. La noción de Eldia no la aprendieron hasta bastante tiempo después de intercambiar conocimientos con los Elfos. 

Los Humanos, habitantes comunes y abundantes en cualquier rincón de Gasalia, se dividen básicamente en tres reinos: En el Norte, Emisán, con su capital en Altavia; en la región oriental Miris, con su capital en Fortaleza; en los valles del oeste, entre los montes Apracios y el bosque de Silverdan, Gaslian; con la capital del reino y centro de toda jerarquía humana: Solblanquia. Desde la Realeza y la Alta Nobleza, hasta los Sumos Sacerdotes y Jefes de Gremios, todos tienen su sitio en la esplendorosa Solblanquia. 
De hecho, por ser Gaslian el reino más importante, muchos creen que es por lo que el continente de Gasalia se llama así. En realidad esto fue al revés, evidentemente. Gasalia es el nombre que le pusieron los Elvetris en su día, cuando llegaron a ella tras su exilio y cuyo nombre ha quedado igual para todas las razas y pueblos.

Además de los Tres Reinos, hay que destacar a los pueblos libres, neutrales dentro de las continuas disputas entre ellos.

Éstos son Loramia, el país de los lagos y las montañas, donde todas las razas de Gasalia ven juntarse sus dominios. Habitualmente la ciudad de Iabalhem es usada como sede para pactos neutrales, reuniones entre distintos dignatarios o monarcas, concilios de diferente índole, torneos internacionales…Loramia además se considera un país de encuentro y paz, aunque sea constantemente atacada por piratas desde el mar y orcos salvajes desde las montañas.

Luego está Cormalia, un pequeño país fronterizo entre las tierras altas de los enanos y los bosques de los elfos. Antaño paso obligado para acceder a ambos reinos, ahora, tras la construcción del túnel de Safrum, sólo sirve como puesto aduanero para mercancías.

En el sur, más allá de la alta Cordillera Roja, se extiende un mar de arena y fuego. Es el llamado Desierto. Sin embargo, en un lugar tan agreste, vive y domina una raza de humanos de piel oscura autodenominados aswadii. Éstos humanos viven alejados pero se consideran dueños y señores de la inmensidad del Desierto. La mayoría vive en pequeñas aldeas y oasis pero en ambas costas de este mar de arena han erigido dos grandes metrópolis: Shuram y Marush. También han conseguido domar a unas increíbles bestias habitantes de los montes calcáreos del Desierto llamadas Grifos. Los grifos son criaturas voladoras, mitad águila, mitad león, que les sirven de montura aérea a los aswadii.

En el nor-este se encuentra la península de Sabaldia. Este lugar se encontraba virgen e inexplorado hasta hacía pocos siglos, cuando un grupo de magos humanos (de los primeros que se tiene constancia) descubrió una fuente de maná como nunca antes habían visto. La localización de esta fuente se mantiene en secreto, pero se sospecha que esté justo debajo de la gran torre que construyeron ellos y sus compañeros magos de otras razas para instalar en ella la sede de todos los asuntos de Magia de Gasalia: La Torre de Sabaldia.


*_ * _ *_ *


Los Humanos, como he dicho antes, no guardan ningún recuerdo de su proveniencia. Los propios elfos les consideran unos “elvrahis”, una raza que se comporta como permanentes menores de edad. En un principio la actitud fue de acercamiento, dado su gran parecido físico aunque más variopinto y menos estilizados, pero con el tiempo, la actitud fue de distanciamiento.

Los Humanos son por naturaleza curiosos y persistentes. No dejan nunca de probar métodos nuevos y de innovar para hacer de sus vidas cada día más fáciles. Tratan de sobrevivir con cualquier medio del que tengan disponibilidad, sin importar con ello, muchas veces, las consecuencias que un mal uso de los recursos que poseen pueda acaecerles en un futuro.

Dado que son seres de longevidad mucho más reducida que el resto de congéneres de Gasalia, tratan de vivir el día a día y su impetuosidad muchas veces les lleva a tomar decisiones equivocadas. Sobre todo a sus reyes y soberanos, los humanos con mayor poder político.

Se rigen por costumbres que muchos nombran de Antiguas, cuando muchas fueron inventadas bastante tiempo después de que los Elfos les descubrieran la Luz. Inventadas… o directamente copiadas.

Su jerarquía se podría tildar de caótica. Aunque ellos se entienden muy bien dentro de este caos.

El rey es el soberano de su reino. Sin embargo hay varios reinos… cada uno con su propio Rey. De ahí que muchas veces surjan diferencias y malentendidos que acaban en cruentas guerras.
Luego los nobles son los que aportan el poder militar a sus reyes. También son causa de muchas revueltas cuando a algún noble se le concede más títulos y derechos de los que debería ostentar y cree que podría convertirse en su propio rey y soberano. Claro que para evitarlo hay otros treinta o cuarenta nobles que harán lo que sea para evitarlo. Esto genera, por tanto más guerras.
Otro estamento lo ocupa la Luz. La religión y sus representantes es el que actúa como unificador de la sociedad, la fuerza militar y el poder político. Muchas veces es neutral, e incluso trabaja como mediadora en los grandes conflictos, salvo cuando algún Sumo Sacerdote opina que cierto noble o incluso otro sacerdote merece morir por no cumplir con las Leyes de la Luz.

La Magia también está dentro de este elenco de poderes. Los magos más poderosos o inteligentes trabajan para las grandes Casas humanas, para Reyes incluso, actuando como consejeros, espías o mediadores en los conflictos.

Los magos consejeros nunca han sido bien vistos y por lo tanto, ello derivó a la progresiva desconfianza de la mayoría de los humanos a todo lo que oliese a magia. Reforzado por las convicciones enanas de prohibición mágica y por los relatos que los elfos les contaban de sus antepasados Elvetris, los magos poco a poco han ido perdiendo importancia en la sociedad humana. Sin embargo, por extraño que parezca, parece que a medida que pasan los años, el número de humanos que surge con el don va creciendo. De hecho ha sido en la única raza en la que esto ha pasado.


Como se puede ver, cualquier cosa que parecen tocar los humanos se convierte en guerra y lo que es peor, en su propia aniquilación.


Pero lo que otros pueblos han descubierto en ellos y que no se puede negar es la capacidad que tienen de convicción. El poder interior de su raza es muchas veces mayor del que otras jamás podría soñar. Se adaptan a cualquier medio y no solo sobreviven, sino que también prosperan. Aceptan y acogen a todo individuo de la misma manera en que pueden rechazarlo y odiarlo. Son mixtos y plurales. Increíblemente fuertes y extremadamente frágiles.


De todos modos, a pesar de sus diferencias, nadie pone en duda que son ellos los verdaderos herederos de Gasalia y de los Elvetris. Sólo si pudiéramos saber cómo y por qué acabaron siendo así, quizá se pueda arreglar la aparente destrucción a la que están abocados a sufrir.

25 oct 2011

Los pueblos de Gasalia: Acuáticos

 --- Quiero invitaros a leer esta nueva entrega de "Los pueblos de Gasalia" con un motivo especial, y es que Leyendas Errantes cumple su primer año de vida. Muchas han sido las historias que han pasado por aquí y más aún los visitantes que se han dejado caer para respirar el ambiente a magia de los escritos que recojo en mis caminos. Para quien no lo supiera, este blog comenzó con dos historias: <La maldición del Barón> y <El Pacto> que os recomiendo leer encarecidamente si aún no lo habéis hecho.

Por otro lado y ya de paso, si es la primera vez que oyes la palabra Gasalia, quizá te interese conocer más sobre esta tierra mágica de la cual nutro estas páginas a menudo. 
Lo primero que hay que hacer es leer <La leyenda de las dos espadas> y a partir de ahí seguir con su continuación <Elvetris y Demonios> y después, si os pica la curiosidad, continuar con cualquiera de los relatos sobre los pueblos de Gasalia: Enanos, Elfos y Acuaticos... los cuales presento a continuación--




El pueblo de los Acuáticos es, sin duda, el más variopinto de todos los que existen en Gasalia. En realidad el término de Acuáticos engloba a varios tipos de criaturas: tritones y mirmidones en el género masculino y nagas y sirenas en el femenino.


Pero, ¿cómo un pueblo que vive del agua en todas sus expresiones puede considerarse amigo y aliado de los otros descendientes de los Elvetris?

Pues todo tiene su explicación. Y ésta se encuentra en las legendarias runas de cristal que las sirenas más ancianas se encargan aún hoy de custodiar. Hablo de sirenas que han vivido más de medio milenio y que aseguran que las runas cristalinas tienen muchos más años de los que llegaron a tener sus propias abuelas, también Protectoras del Conocimiento, como se denominan a este tipo de sirenas. Es decir, que hablamos de varios miles de años lo cual para algunos da muestras de que en realidad el pueblo más antiguo de Gasalia son los Acuáticos y no los Elfos. La discusión está en que como los Acuáticos vivían hasta hace poco exclusivamente en las profundidades, para el resto de razas es como si no hubieran existido hasta que se produjeron los primeros contactos, fechados hace menos de doscientos años.

Pero… a lo que iba.  La Leyenda de este pueblo es cautivadora y tengo mis razones para creer que mucho más cierta y fiable que el resto de historias de las otras razas. Como todas, empieza en el momento en el que el Emperador Elvetri realiza el sortilegio por el cual el maná del mundo se volvería nocivo para los Demonios y así lograr expulsarles. No menciona ese detalle, pero sí a los demonios… y dice así:


Cuando el mundo se volvió en contra de los Padres (los Elvetris) y su esencia se convirtió en veneno, los llamados Herederos se dispersaron por doquier intentando refugiarse de los seres del Caos y la Destrucción (los Demonios).
Los Padres Graledon y Othan marcharon por mar para encontrar refugio en las tierras místicas del oeste, donde ni los Demonios se atreverían a entrar.
Estos dos Padres marcharon con sus familias, amigos y muchos otros que estaban a su servicio, por lo que su marcha era lenta y llena de peligros. El mar cada vez era más peligroso y pronto los seres del Caos les darían caza.
Graledon, como experto marino que era, vio que iba a ser imposible que sobrevivieran mucho tiempo en el mar con tantos barcos como iban y optó por virar hacia el sur, donde se encontraban las Tierras de los Ríos. En la desembocadura de uno de ellos había una ciudad-fortaleza llamada Ys, donde podrían alojarse prácticamente todos. Cuando Graledon ya iba con sus barcos hacia el sur, Othan se negó a seguirle, asegurándoles que no obtendrían refugio en un lugar así. No obstante, como buen Padre que era, le otorgó a Graledon un artefacto protector que evitaría que los demonios les encontraran.

Graledon se lo agradeció a Othan y éste desapareció en la niebla del oeste, tras la cual se suponía que se encontraban las tierras místicas.

Ys era enorme, pero no estaba completamente llena y los habitantes de la ciudad-fortaleza refugiaron en sus casas a todos los exiliados y proclamaron a Graledon Rey de Ys, el cual se desposó con Amaniel, la viuda del antiguo señor de Ys.

Así, comenzó un nuevo reino Elvetri, el último que existiría.

Con el paso de los años, la situación del mundo parecía empeorar por momentos. El hechizo del Emperador aún hacía efecto en el maná y los magos no podían hacer nada. Bien por miedo a atraer demonios o bien porque podían resultar dañados al manipular maná envenenado.
 Las tierras de los ríos se inundaron, dejando a Ys totalmente aislada.

Graledon no aguantaba más tiempo en su soledad. Necesitaba saber que aún había gente ahí fuera, otros elvetris. Quizá Othan había llegado a las tierras místicas y por fortuna éstas no se encontraban tan lejos como se contaba en las leyendas. Tal vez otras familias de elvetris se encontraban combatiendo a los demonios en otros puntos de Eldia… cualquier cosa le bastaba con tal de saber que el plan del Emperador no había echado a perder toda la vida en el mundo.

Por eso, en un arrebato de impaciencia, desoyendo las advertencias de sus consejeros, invocó la presencia de cualquier elvetri que se encontrase vivo con  toda la fuerza de la que fue capaz.

Pero aquello no fue una buena idea. Graledon no previó los efectos del maná que su Emperador había corrompido. El hechizo tuvo un gran alcance pero Ys se encontraba demasiado lejos de todo, muy al sur y muy oeste de cualquier otro lugar habitado por elvetris… pero no por demonios. Demonios sedientos de magia. Seres del Caos los llamaban. Y Graledon los atrajo como moscas a miel.

En pocos días la ciudad estaba asediada por todos los frentes por demonios voladores y hechiceros que aún soportaban la magia corrupta de Eldia.
Ys era un suculento plato rebosante de magia todavía pura, completamente indefensa…
¿Completamente? ¡No!
Graledon recordó que aún tenía guardado el artefacto mágico de Othan y sin dudarlo, momentos antes de que los demonios lanzasen su ataque final sobre la ciudad, lo activó.

Othan sólo le había dicho a Graledon que aquel artefacto les protegería de los demonios, pero no de qué forma. Cuando la pequeña esfera que contenía el hechizo se abrió, un gran estruendo sacudió la tierra sobre la que se asentaba Ys. El islote sobre el que se sostenía empezó a moverse, y toda la ciudad  con él. Aquella isla se había convertido en unos pocos segundos en una enorme tortuga marina, que se movía lenta pero segura por el mar tempestuoso.
Los demonios permanecieron atónitos ante aquel espectáculo, lo cual fue aprovechado por las defensas de Ys, aunque por muy poco tiempo. De pronto, la enorme tortuga comenzó a sumergirse… llevándose a Ys consigo.

La ciudad se inundaba a medida que entraba en el mar. Aunque los demonios no les perseguirían bajo el agua, iban a morir irremediablemente ahogados.
Graledon se aferró a su mujer Amaniel mientras, desde lo alto de su palacio, veía cómo el mar se les acercaba rápidamente.

Y después, sólo existió el agua.



Hasta aquí es la historia de los Elvetris que llegaron a Ys y de cómo al huir de los demonios quedaron ocultos bajo el agua.
A partir de aquí sólo hay habladurías, teorías y mucha invención. Pero la realidad es que los elvetris de Ys no sólo sobrevivieron, sino que evolucionaron bajo el agua. Hay diversas teorías: que todo era parte de la magia de la tortuga de Othan, que el rey Graledon pudo haber recibido ayuda en aquel llamado desesperado y pudo encantarse a sí mismo a los habitantes de Ys para respirar bajo el agua… no hay nada claro.
Las siguientes runas de cristal datan de unos trescientos años después de aquellos hechos. Sin mayor explicación, los elvetris ya han desaparecido. Sólo hay Tritones y Sirenas. El pueblo Acuático.

Los primeros escritos de esta nueva época describen cómo son los nuevos seres surgidos a partir de los ancestros elvetris.

“Los hombres creen en la fuerza y en la velocidad de movimientos cuando toca adentrarse en la oscuridad de las fosas abisales. Sus cuerpos son escamados y duros. No tienen aletas pero sí palmas en manos y pies para aprovechar al máximo las corrientes marinas. Algunos se dejan crecer largos y afilados dientes simulando a tiburones, otros desarrollan grandes cuerpos espinados y acorazados mientras que otros optan por crecer en pequeño tamaño y ser rápidos cual delfín pero mortíferos como pirañas.

En cambio las mujeres decidieron mantener intactos lo máximo posible su tronco superior del cuerpo, manteniendo la belleza arrebatadora de los seres de la superficie pero modificando su tronco inferior para parecerse más los peces con los que convivimos. Aún así, muchas de ellas mantienen las dos piernas de los ancestros para cuando deben salir a la superficie.
Dieron soporte a sus hombres recogiendo perlas luminosas de las profundidades para alumbrar hasta en la más profunda oscuridad. También fueron ellas las que conservaron los ancestrales secretos de la magia y la hechicería. “
Esto explica muchas cosas, pero aún así, no todo está escrito en runas de cristal.

Para empezar, la enorme tortuga era algo más que una realidad pues en todas las dinastías de Poseidones (reyes del Oceáno) se les representa con un cetro en cuyo extremo se encuentra la famosa esfera que hizo llamar a la tortuga, llamada Leviatán en algunos casos y en otros simplemente Tortuga. La leyenda cuenta que si algún día los Acuáticos necesitaran protección, sólo el Poseidón podría llamarla de vuelta a la vida.

La ciudad de Ys pasó a formar parte del fondo marino. Las sirenas, como protectoras del conocimiento de los Acuáticos, guardan su localización exacta con gran celosía. De todas formas, según dicen, poco queda allí que a los otros pueblos nos pudiera interesar, aparte de antiguas runas que los Acuáticos conservan para recordarse a sí mismos de donde vienen.

Después habría que explicar la jerarquización social de los Acuáticos.

En  primer lugar encontramos al Rey del Océano (también llamado Poseidón genéricamente), con su mujer, la Reina de los Mares.

Ambos son los guardianes de los dos aspectos que dividen el sexo de los acuáticos: El Rey de la fuerza y la Reina de la sabiduría.

Después se encuentran las Sacerdotisas Nagas y los Caballeros Mirmidones. Las nagas son sirenas, pero cuyas cualidades están limitadas de nacimiento para sólo desarrollar capacidades mágicas bajo el agua. Al contrario que las sirenas, nunca podrán salir a superficie y dedicarán su vida al culto de los espíritus del agua y la luz, así como de los ancestrales conocimientos que porta su pueblo.
También son las únicas capaces de construir arrecifes acuáticos sobre los que erigir nuevas ciudades o templos. El culto que profesan hacia la luz es en esencia el mismo que mantienen los elfos, pero de una manera más primitiva, ligada al mundo de los espíritus que habitan el agua. Es decir, muy ligada también a la magia.
Los Caballeros Mirmidones son más bestias subacuáticas que humanoides. Montan caballos marinos de grandes proporciones y siempre van armados de huesos de seres de las profundidades cargados de venenos y acorazados con sus propios cuerpos, los cuales modifican a voluntad, con mucha más libertad que los tritones, pero sin capacidad de salir también a superficie. Son los guardianes perfectos del fondo marino.

Las ciudades de los Acuáticos se fueron acercando, quizá por casualidad, quizá por visiones de las Nagas, poco a poco a Gasalia.
Al poder erigir arrecifes de forma mágica y casi instantánea, nuevamente es imposible seguir el rastro de las ciudades que los acuáticos han ido poblando tanto en el fondo como en la superficie del mar.

Desde que los pueblos de Gasalia recibieron a los primeros Acuáticos, y desde que la Luz les unió a éstos en una gran alianza, el Rey Olint decidió construir la mayor ciudad acuática jamás vista. Se asentaron en el suroeste de Gasalia, cerca del delta de los ríos Adhar y Malbeon. De esta forma surgió Olintia, en honor al Poseidón. Tanto en el fondo del mar como en la superficie se erigieron grandes construcciones de asombrosa belleza con elementos extraídos del mar: conchas gigantescas, esqueletos de bestias antiguas, minerales extraños y desconocidos… También, para poder recibir audiencias de otros reinos vecinos, se construyó el primer Palacio del Mar en la superficie del inmenso arrecife de Olint, que supera con creces a los maravillosos palacios del Desierto de Alarem o las torres de los vientos de Emis. Por supuesto, también construyeron bajo el agua, pero en su mayor parte templos para su culto de la Luz y el Agua, aparte de la ciudadela sumergida de Poseida, inaccesible a los habitantes de la superficie.

Después de Olintia, muchos otros acuáticos, sirenas y tritones, marcharon por los ríos de Gasalia, adentrándose en otros manantiales, lagos y asentándose en costas salvajes e inhóspitas.

La labor de los Acuáticos en cuanto a la magia es incalculable. Lo que otros pueblos perdieron u olvidaron, ellos lo recordaron gracias a sus Sacerdotisas Nagas. Son quizá el pueblo que maneja la magia de forma más natural en Gasalia. Mucho más que los elfos, pues las transformaciones y adaptaciones que hacen en su cuerpo a lo largo de su vida es puro derroche de magia.

También son seres muy fuertes. Descontando a los Mirmidones, los tritones siempre han sido bienvenidos en cualquier ejército y su efectividad en tierra firme, aunque no tanta como en el agua, es más que notable.
Las sirenas no se quedan atrás. Su magia es de las más poderosas en lo que a curaciones y antídotos se refiere. Lo único que pide una sirena para estar al servicio de cualquier rey o noble es que le aporte una fuente de agua pura estable y un septo para rezar a sus dioses del mar.

Todos los Acuáticos se caracterizan por ser impetuosos e impredecibles como las aguas agitadas del Mar de Ovrán pero también rigurosos y constantes como los largos ríos e imperecederos lagos de Loramia.

Eso sí, muchos bardos han perdido el juicio por enamorarse de alguna sirena demasiado hermosa como para ocultarse.
Ellas tienen la costumbre de imitar a elfas y humanas en su vestidura y en las formas de su cuerpo, salvo que su piel siempre mantiene un ligero tono azul-verdoso, las escamas desaparecen y simulan piel humana, aunque mucho más tersa de lo normal.
La mayor dificultad de las sirenas que conviven en tierra firme es su facilidad de enamorar a los terráneos, o gente que vive de la tierra como ellos nos llaman.
Y es que los acuáticos, por naturaleza, no pueden reproducirse con otros seres de distinta especie. Sólo entre ellos. Lo mismo pasa con los tritones pero yo de momento no he oído a ninguna mujer suspirar por un cuerpo, aunque bípedo, todo escamado y con olor a pez.

13 sept 2011

La leyenda del Sol y la Luna



Hace unos meses que me topé con un elfa anciana que decía leer el futuro. Como a mi el futuro poco me interesa, le pedí que me contara cualquier cosa que supiera del pasado. Me valía cualquier tipo de historia, real o ficticia.
La vieja elfa, que era ciega, dudó unos instantes antes de decidirse a contarme una vieja leyenda élfica. Es una leyenda que data del principio de los tiempos, de antes de que surgieran los primeros Elvetris o de que los primeros Demonios llegasen a Eldia.

Por lo que me contó, antiguamente la leyenda formaba parte de un largo poema élfico pero que con el tiempo fue cambiando y haciéndose más sencillo hasta quedarse en un pequeño cuento que solía contarse a los niños pequeños pero que también los elfos adultos valoraban mucho, pues trata los temas más importantes en las vidas de los elfos: las decisiones, el bosque, la veneración por la Luna y el amor por el Sol.

Dice tal que así…


En un principio, existía Silvana.

Silvana estaba destinada a guardar el bosque y a sus habitantes de todo peligro. Algunos la llamaban Madre Naturaleza por sus poderes casi divinos y el amor con el que trataba a todas y cada una de las criaturas que vivían entre la espesura.

Ella simplemente dejaba que los árboles crecieran, que los animales viviesen y se alimentaran, que el aire y la lluvia diese vida a todo lo verde, que, día a día, iba creciendo.

Pero sentía que faltaba algo, algo importante.

Silvana se empezó a dar cuenta de ello cuando, marchando por el bosque, se encontró con un búho real que sollozaba sobre las ramas de un gran arce.

-¡Señor búho! – Llamó ella - ¿Qué mal le ocurre que solloza tan tristemente?

El búho entreabrió sus enormes ojos dorados. Parecía muy triste y cansado.

-Estoy hambriento, mi Señora.

Silvana se extrañó. Pero como quería tanto a todos los habitantes del bosque, quiso preguntarle al búho que qué pasaba, por si podía ayudarle.

-No entiendo, querido amigo de enormes ojos. En el bosque siempre hay alimento para todos. ¿Por qué tú no te alimentas?

El búho volvió a sollozar.

-¡Ese es precisamente mi problema! Precisamente por ser de ojos tan grandes, la claridad no me permite ver bien. En las zonas más frondosas del bosque los ratones y liebres, mis presas favoritas, han huido hacia donde la luz es abundante y allí yo no puedo cazar. ¡Por favor Madre del Bosque, ayúdeme!
Silvana se dio cuenta de repente de que si bien había zonas del bosque por las que jamás se filtraba la luz, en otras los claros abundaban y en ellos todas las presas de las cuales se alimentaban las criaturas predadoras como el búho real.

Pronto la Madre se dio cuenta de que el búho no era el único animal con problemas. Muchos otros seres que vivían de la oscuridad se sentían marginados y tristes porque la luz del cielo les molestaba.

Silvana sabía poco de la luz que siempre alumbraba arriba en el cielo, pero ella sólo quería que sus criaturas viviesen felices.

Por ello, dejó el bosque con la esperanza de encontrar alguna solución en otra parte.

Anduvo y exploró lugares recónditos e inhóspitos del mundo hasta que un día, se encontró con una oscura y profunda cueva. Silvana, sin saber bien por qué, se adentró en la fría caverna.
No esperaba encontrar nada en concreto, pero avanzó con esperanza de hallar una solución a los problemas del bosque.
Tras mucho rato de caminar en la oscuridad, cuando estaba a punto de darse por vencida, pudo vislumbrar algo al final del túnel. Era una luminosidad extraña, como nunca antes había visto. Era brillante, sí, pero al mismo tiempo mantenía el lugar en una oscuridad tenue.
Se fue acercando, temerosa al principio, curiosa después, y se encontró con un profundo lago subterráneo en cuyo fondo se podía ver una enorme esfera de luz blanquecina. Silvana usó su magia ancestral para sacarla del lago y llevar la esfera al exterior. Sus propiedades parecían las idóneas. Aquella esfera irregular y parcialmente agujereada en algunos puntos, emitía una suave luz al mismo tiempo que hacía a todo lo que tocaba con su luz, se oscureciese, como si estuviese tapado por las hojas de un frondoso roble.

Tras observar largamente la esfera, algo vino a su mente: lanzarla hacia el cielo, donde la luz brillante y cegadora reinaba omnipresente.

Silvana se agachó, cogió impulso… ¡y lanzó la esfera hacia el cielo!

Efectivamente, tal y como había pensado, la esfera se quedó enganchada en el cielo y poco a poco cubrió todo con un manto de negrura total. El cielo brillante sólo podía seguir viéndose por pequeños agujeros que atravesaban el espeso y oscuro manto que la esfera había creado.
Sin embargo, la luz de la esfera seguía siendo imponente. Era maravilloso.

Silvana, inmediatamente, quedó enamorada de aquella esfera, a la que llamó Luna. También quiso llamar de alguna manera a los agujeros de luz y los llamó Estrellas.

No solo eso, sino que los seres del bosque que requerían oscuridad por fin podían cazar y los seres que necesitaban luz, de todas formas, también tendrían algo de visibilidad para poder escapar y esconderse.

Todo el mundo era ahora perfecto. La luz no cegaba a nadie, las criaturas vivían felices y el ciclo de la vida se repetía en el bosque sin cesar. El equilibrio estaba situado. Además, la Luna era tan hermosa y las Estrellas tan delicadas y numerosas…

Todo era perfecto y lo fue durante muchos años… hasta que murió el primer enebro asfixiado por las plantas que habían aprendido a adaptarse a la tenue luz de la Luna y a la oscuridad.

Silvana se dio cuenta enseguida de que los grandes árboles de su bosque necesitaban más luz.
Es posible que las criaturas que volaban y las que se arrastraban requiriesen oscuridad, pero si los árboles no sobrevivían con sólo la luz de la Luna, pronto no habría bosque en el que desarrollar la vida.
Silvana se sintió frustrada. Su Luna, su querida Luna, tan perfecta que parecía, no era cálida ni brillante, por lo que los árboles no se alimentaban de su luz. Necesitaba algo diferente. Creía recordar que antes de la Luna había habido algo que sí alimentaba a los árboles además del agua… de hecho, se llegó a cuestionar por qué había puesto a la Luna en el cielo. ¿Qué había antes? Necesitaba saberlo.

Sólo le quedaba una posibilidad, elevar sus plegarias a los Dioses.

Se dice que Silvana era una enviada de los Dioses para supervisar la creación en los primeros momentos del mundo y que por eso podía contar con su protección, pero también ellos habían depositado en ella una gran responsabilidad y el asunto se le había ido de las manos.
Los Dioses no iban a estar contentos.

Efectivamente, tras un mes entero de súplicas, los Dioses atendieron a su llamado. Le devolverían la luz brillante, llamada Sol,  que había antes de que ella colocase a la Luna en su cielo. Pero con varias condiciones:

La primera: que deberían alternarse en ciclos de día y noche, para que toda la creación entrase de nuevo en equilibrio.
La segunda: dado que les había fallado en su misión de salvaguardar el bosque, para evitar futuros desastres, Silvana tendría que elegir a  uno de los dos astros y permanecer junto a él en la bóveda celeste.

Silvana pudo ver que sus días de vida en Eldia estaban contados. Sobre todo sentía el no poder proteger por más tiempo sus queridos bosques.

Aceptó con tristeza las condiciones de los Dioses y vio cómo por el Este se levantó una luz rojiza brillante y cegadora. Era el día.

El Sol relevó así, lentamente, a la Luna en su papel de gran esfera del cielo. Silvana por fin se fijó en lo poderoso que era el Sol, en su calidez, que invitaba a quedarse todo el día bajo las ramas de los sauces, en la vida que transmitía y de la cual se alimentaban todos los seres vivos.

Nuevamente, como habían acordado los Dioses, la Luna relevó al Sol, al igual que había hecho éste antes y se hizo la noche.

Y de pronto, se fijó en que el resplandor frío de la Luna que antes tanto le había enamorado… ya no era lo mismo. Comparado con el Sol, la Luna era como un témpano de hielo.

Y sin embargo, era SU pedazo de hielo en el cielo. Ella lo había encontrado (o puede que hubiese sido al revés, quién sabe) y ella era la que lo había colocado allá arriba.

Decidió esperar otra vez al Sol.

De nuevo en el día, se dejó acariciar por la brisa matutina, el calor del mediodía y la explosión de vida que sufría todo el mundo bajo aquel regalo de los Dioses.

Silvana estaba confusa, no sabía por quién decidirse… hasta que los Dioses le elevaron un ultimátum. Le quedaba un solo día y una sola noche. Después de aquello, los Dioses se encargarían de destruir todo el bosque que ella había erigido si no había  tomado una decisión para entonces.

Silvana quiso romper a llorar. No podía ser… ¡tenía que elegir!

Cuando amaneció, se dispuso a estar más cerca que nunca del Sol. Quería comprenderlo del todo para saber si sería él el elegido. Tras gozar de su calor y su fulgor cegador, Silvana se sintió más amada que nunca. La vida en el bosque florecía brote a brote con cada rayo de Sol que caía a la tierra y lo que sentía el bosque, lo sentía ella también.

A pesar de ello, la guardiana tuvo sus dudas, quería ver de nuevo a la Luna, poder comparar, saber que su elección sería justa y que hacía lo debido.

Por la noche, tras haber despedido al Sol con gran pena en el corazón, se reunió con la Luna. El bosque tenía otra vida por la noche. Si bien no hacía el mismo calor e incluso a ratos hacía mucho frío y la oscuridad no agradaba del todo a Silvana, el reflejo de la Luna en los lagos, riachuelos y los ojos de los animales nocturnos envolvía todo de un aura de magia y misterio que la embargaba.
Mientras experimentaba todo eso, alguna vez cerró los ojos y creyó ver al Sol nuevamente.

Aquello era imposible, pero, volviendo a cerrarlos, veía al Sol. ¿Qué significaba aquello? ¿Por qué no podía quitárselo de la cabeza?

Se apoyó en un gran pino y sintió, a través de su corteza, la sed de luz solar que aquel pino estaba sufriendo. Entonces Silvana lo comprendió: al igual que los árboles acaban necesitando al Sol para crecer, ella también lo acabó necesitando para vivir.

Se encontraba cerca del final de la noche y aún no tenía nada claro.

Elevó el rostro al cielo anhelando una respuesta. Se fijó en las estrellas…  y la Luna se cruzó con su mirada.

Era cierto. La Luna era suya, y ella pertenecía a la Luna. Algo les había unido por accidente y se sentía incapaz de comprenderse a sí misma y a su querido bosque si no hubiese encontrado nunca a la Luna en aquella cueva perdida.

Estaba decidida.

Sabía lo que tenía que hacer.

Cuando amanecía, en el momento en el que Sol y Luna se encuentran en el mismo pedazo de cielo, los Dioses acudieron a ejecutar la sentencia impuesta por la imprudencia de la Guardiana. Una sentencia que tendría que decidir ella misma.

Silvana extendió sus brazos y proclamó a viva voz:

-¡Ante vosotros os presento el fruto de mi trabajo! ¡El bosque y sus habitantes, que son parte de mí, ahora lo son parte de vuestro mundo! Ahora ellos cumplirán vuestros designios pues el ciclo está establecido y el orden, debe permanecer imperturbable, aunque yo no esté.

He tomado una decisión.

Permaneceré en el cielo nocturno, junto a la Luna pero lo haré… de manera que sea semejante al Sol. Lo haré en forma de dos estrellas que serán mis ojos. Así podré estar con los dos, en cuerpo y esencia, al tiempo que vigilo el devenir de mis creaciones.


Así habló Silvana y los Dioses procedieron a cumplir con su deseo.


*_*_*


De esta manera -me dijo la anciana-, la Guardiana pudo estar con la Luna en su cielo oscuro en forma de dos brillantes estrellas llamadas los Ojos de Silvana. Durante el Invierno, destacan en el centro del cielo con gran brillo, aunque, durante el Verano, los Ojos desaparecen, y dicen, que eso es porque la Guardiana escapa a encontrarse con el Sol, aunque no por eso olvide a la Luna, pues en esa misma época, año tras año, cae una lluvia de estrellas, como si fuesen lágrimas de añoranza por su querida Luna, a la que no puede olvidar.

Recuerdo que cuando la elfa dejó de hablar, yo estaba ensimismado. Me había perdido en mi propia mente, imaginándome cómo habría sido aquella guardiana y cuánto habría sufrido por amar, en definitiva, dos cosas tan elementales que son para nosotros como el Sol o la Luna…

-Ten por seguro que no fue fácil su decisión. – me dijo la venerable elfa con una sonrisilla en su arrugada cara.

Casi me sorprendo, pues no había formulado ninguna pregunta, pero como la elfa aseguraba leer el futuro, pensé que podía leer la mente también.

-Tuvo que ser muy duro dejar atrás todo lo que había creado con parte de su ser… incluso pudiéndolo ver desde el cielo.

La elfa volvió a sonreír.

-Bueno, algunos de nosotros aún creemos que como enviada de los dioses que era, seguro que alguna vez que otra baja del cielo para vigilar de cerca a sus criaturas y para dar testimonio de lo que fue su vivencia.

No pude reprimir una risa.

-Sí bueno… pero no son más que leyendas y muy antiguas. Sin duda. Mi trabajo consiste en eso, en recopilar leyendas pero… - fui recogiendo mis cosas y me coloqué el ancho sombrero. Tenía las piernas entumecidas de tanto tiempo sentado en el mismo tronco rugoso y además me había entrado el sueño. – yo no creo que una semidiosa se venga a dar un garbeo cada cierto tiempo por el mundo de los mortales y menos a contarles sus penas, que suficiente tenemos ya con lo nuestro. ¿No le parece?

La elfa me miró con sus ojos vidriosos de ciega. Me estremecí. Por un momento pensé que había faltado al respeto, pero enseguida me sonrió de nuevo.

-Aún así, los cuentos están para ser contados. Y algunos no se pueden contar por si solos.  Y tú deberías saberlo más que nadie, Cronista. Adlain tail. Ve en paz.

Asentí sonriente. Me despedí con una leve inclinación y me dispuse a marchar de vuelta a la posada del pueblo más cercano, una pequeña aldea de tramperos y guardabosques del linde de Árbolfrío.

La anciana vivía en una pequeña casa-árbol semioculta tras la espesura, pero como dije, me la había encontrado por casualidad, mientras me daba un paseo por el bosque. Parecía mentira que una elfa de aspecto tan anciano se mantuviera sola en un lugar como aquel, tan apartado. Y aunque ese lado del bosque no fuese peligroso, no dejaba de estar sola. Como me había picado la curiosidad, una vez en el pueblo, ya de noche, entré en la posada donde tenía alquilada una habitación y me pedí una hidromiel. Allí me encontré por casualidad a un cazador elfo conocido mío, Tarion, con el que compartí la bebida.
En mitad de la conversación, le pregunté sobre la anciana de mas allá de la aldea.

Tarion me miró extrañado.

-¿Una anciana en una casa-árbol?

-Sí. Era ciega y me extrañó mucho que viviese sola. Dijo que podía leer el futuro, pero yo le pedí algo antiguo y me contó un viejo cuento élfico. Seguro que lo conoces, el de Silvana, el Sol y la Luna.

Tarion me miró incrédulo y se echó a reír. Tras pegar un buen trago de su pichel, me agarró del hombro y se acercó mirándome a los ojos.

-Dime que no es verdad.

Ahí me dejó plantado y no supe qué decir.

-Pues sí… sí es verdad. ¿Por qué habría de mentirte?

Tarion asintió como para sí mismo.

-Por lo visto no te ha contado el final de la historia.

-Sí, claro que sí. Que Silvana se queda en el cielo nocturno y que…

-No, no. – me interrumpió súbitamente. – Me refiero al final que dice que Silvana, cada cierto tiempo, no se sabe cuándo, se escapa de su prisión celeste y baja al mundo. Entonces supervisa el bosque y busca a gente que pueda transmitir su historia a los demás, asegurándose de que nadie la olvide. Dicen que lo hace bajo la apariencia de una elfa ciega.

-Sí bueno… algo así me dijo pero la verdad es que esa anciana no parecía…

Me detuve de pronto. Ciega. La elfa era ciega. Era imposible, aunque, por otra parte…

Me levanté rápidamente y corrí hacia fuera, ante el estupor de mi amigo, en dirección a la casa-árbol de la anciana. Me tropecé varias veces y por poco me mato, pero llegué al claro en el que estaba…

Ya no estaba.

Ni anciana, ni casa-árbol ni nada. Miré a mi alrededor y tampoco vi nada.

Entonces alcé la mirada al cielo y pude ver los llamados Ojos de Silvana brillando fuertemente cerca de la luna.

Hoy día puedo jurar que uno de ellos parpadeó claramente mientras miraba, como si la Guardiana me estuviera guiñando un ojo cómplice desde allá arriba.




30 ago 2011

Los pueblos de Gasalia: Enanos


ENANOS


La raza de los Enanos es una de las más pronunciadas mutaciones que sufrieron los antiguos Elvetris. La familia del Patriarca Od’Ain, se había refugiado en las altas torres del norte, en la fortaleza de Uraten. Tras el cataclismo que convirtió el mundo en inhabitable y mortal para los Demonios, éstas torres, construidas con magia, estuvieron a punto de ser la sepultura de toda la familia de los Od’Ain, pues se convirtieron en roca y arena, tapándose puertas y ventanas. 


La luz del sol dejó de brillar en Uraten y ya muchos Elvetris sucumbieron a la claustrofobia. Además, el sabio Od’Ain sabía que hacer magia atraería a cualquier demonio que aún permaneciera en Eldia, por lo que ordenó que para alumbrar el interior de Uraten se habría de hacer manualmente. Sin una pizca de magia.


Pasaron muchos años y la transformación en roca no fue lo único que modificó Uraten. También su interior se vio alterado. Los Elvetris, seres altos, bellos y acostumbrados a la luz, sentían cómo sus cuerpos se achataban y acomodaban a la nueva forma que los túneles de las montañas les ofrecían.



Casi nadie de la familia de Od’Ain había participado en la construcción de las torres de Uraten y menos aún conocían todos sus recovecos, por lo que organizaron grupos de exploración hacia el interior de la montaña para descubrir lugares más amplios y seguros en los que asentarse.

Caminaron y se arrastraron por eternos túneles de piedra, apenas iluminados con lámparas de aceite y cristales que brillaban en la oscuridad. Tanto caminaron, siempre descendiendo, que ni se dieron cuenta de que sus piernas, antes largas y esbeltas, ahora eran cortas y anchas, para poder pisar más firmemente en la oscuridad.


Finalmente, llegaron a una antigua red de cámaras que los constructores de Uraten habían diseñado para guardar todo tipo de reliquias de los Elvetris. Estas cámaras estaban dispuestas en círculo en torno a un gran torreón de casas y salones subterráneos ingeniosamente construido en el corazón de lo que era el macizo de la montaña. Antes, seguramente aquello habría estado al aire libre y la belleza de la luz se reflejaría en los marcos dorados de las grandes puertas, las columnas de mármol y las losas de granito.
Ahora aquello daba igual. A los Od’Ain les interesaba aquella seguridad. La oscuridad y la profundidad, a la que muchos habían temido, ahora era su principal comodidad. El único medio en el que se sentían seguros.


Tras pasar casi cien años, los habitantes de Uraten conformaron una nueva sociedad cimentada en la fuerza de la roca. La luz era algo que habían olvidado pero aún permanecían los cultos al Fuego, su única fuente de luz en aquellos túneles. La magia era algo prohibido por el Patriarca e incluso tras su misteriosa desaparición, la magia se mantuvo vetada y acabó por ser olvidada.


El lenguaje tambien se transformó. De un lenguaje suave y elaborado, pasó a convertirse en uno tosco y sencillo, para poder comunicarse entre los túneles  y los conductos oscuros con facilidad. También la escritura cambió. Se pasó a una forma primitiva de escritura con cuñas sobre piedra o tablillas.


La alimentación se basó en topos gigantes, raíces, hongos y grandes setas y algún que otro insecto de las profundidades.


La abundancia y cercanía a grandes vetas de minerales preciosos incentivó la minería y la orfebrería, así como la construcción de armas y herramientas.
Las armas acabaron por ser una necesidad, pues en algunas profundidades ignotas, habitaban seres hostiles y desconocidos que suponían una seria amenaza. Así es cómo, entre otras cosas, los enanos son reconocidos por su enorme habilidad minera y metalúrgica, pues requieren de estos conocimientos para sobrevivir.


Políticamente, siguiendo la jerarquía del Patriarca Od’Ain, se nombró un Patriarca a través de sus descendientes y de éstos se instauraría la figura del Ask, el Primero entre los Enanos y para facilitar el gobierno en la inmensidad de la montaña, se instauraría un Ask por cada estrato de ésta (superior, medio e inferior) creándose el inicio de lo que en un futuro acabaron siendo los primeros Clanes. La estructura de los Clanes se mantuvo a la jerarquía de los Ask, pero el gobierno de Uraten y alrededores se hacía de manera compartida, en un Consejo de Clanes, sin un jefe superior. Eso sí, cada Clan mantenía su propia lealtad hacia cada uno de los diferentes Ask que lo dirigían.


Otro símbolo de identidad Enana fue la barba de los hombres.


La leyenda cuenta que los primeros Enanos que abrieron una brecha hacia el exterior descubrieron algo que ninguno sabia qué era, pero que estaba muy frío y blanco. Como las pieles escaseaban en el interior de la montaña, pensaron que si se dejaban las barbas largas, aguantarían mejor el frío.


Así fue como la raza de los enanos quedó definitivamente formada: bajos, fuertes, gruesos, velludos y estoicos.


El exterior de Uraten acabaría también por ser parte de los dominios de los Enanos, sobre todo la región del valle central de Dolmenia, (llamado así porque las casas de piedra que construyeron recibían el nombre de dólmenes) y los agrestes acantilados del oeste, Kandenia.


Únicamente el vasto y salvaje norte, donde las montañas sólo conocen el color blanco y el agua deja de correr para transformarse en hielo puro, sería una frontera intraspasable para ellos y para cualquier otra raza. Muchas cosas se contaban sobre aquella tierra helada, como por ejemplo, que muy al norte, habitaba un poderoso Gigante de hielo que custodiaba la única veta de Cristalferro de Eldia. (El cristalferro es uno de los minerales míticos más famosos que los enanos poseen en sus escritos y leyendas).
 

*--*--*


Como apuntes extra, señalar que los Enanos, a pesar de ser muy hogareños y de familias muy extensas (¿quién no ha conocido a un Enano que tiene primos en cada tasca o mina de Eldia?), les encanta aventurarse hacia lo desconocido y viajar. Algo que comparten con los Humanos de las planicies, por lo que tras expandirse hacia el sur, Enanos y Humanos formaron la primera alianza de pueblos de Gasalia debido a estas similitudes e intereses compartidos.

Ah sí, y al contrario que lo que muchos Elfos piensan, los Enanos no surgen de las entrañas de la tierra como si fueran trols del fango… las mujeres enanas funcionan igual que el resto de féminas de las otras razas y lo de que también tengan barba es mentira. Aunque muchas enanas muestren un carácter muy recio, son excelentes guerreras y exploradoras, además de ser bastante más inteligentes en muchos aspectos, lo cual explica que casi todos los supervisores de obras en las minas sean mujeres.

 Luego está el hecho de que los hombres consideran a las mujeres de un valor incalculable por su habilidad en la cocina. Yo no puedo estar muy seguro porque no soy enano, pero en mis viajes una vez me hospedé en un dólmen cerca de Kand’Urat (la ciudad mas grande de Kand’Urat) y la mujer, Dorotea, madre de cinco chiquillos, preparó el mejor estofado de cabra montés que he probado en mi vida. Al día siguiente fui de caza con Fanran, el padre de familia, y en un descanso comimos un mejunje de setas embutidas en tripas que él mismo había preparado.

Entonces sí que pude entrever ese valor que le dan los hombres enanos a sus mujeres.

13 jul 2011

Los Pueblos de Gasalia: Elfos

Los Pueblos de Gasalia

Después de haber presentado el origen de Eldia (Leyenda de las dos Espadas) y de los primeros pobladores de ese mundo desconocido y plagado de misterios (Elvetris y Demonios), quiero daros a conocer, de forma panorámica, las distintas razas que pueblan el mundo conocido de Eldia, el gran continente llamado Gasalia y donde tienen lugar cientos de diversas leyendas que también algún día os mostraré. De hecho, ya tengo recopiladas una buena cantidad de relatos clásicos de Gasalia, pero para un lector ajeno a este mundo le resultaría complicado entender buena parte de ellos. Por eso me he decidido a continuar la evolución que sufrieron los Elvetris en su éxodo por todo el mundo huyendo de la devastación que si bien expulsó a los Demonios, les dejó a ellos sin poder y con el tiempo, se fueron transformando en otras razas.

Se dice que el tiempo que tuvo que pasar para que los Elvetris se transformaran en Elfos o Enanos (los más antiguos dados sus restos arqueológicos) tuvieron que pasar unos mil años. Lo más fácil es que fueran incluso el doble.
Los otros dos pueblos descendientes son los Acuáticos y los Humanos, ambos pueblos totalmente diferentes y sin embargo, con el origen comun de la misma raza de los Elvetris.
También quiero aclarar otra cosa, si hago un análisis de las culturas por separado es porque todos los pueblos en un inicio crecieron por separado y vivieron aislados al resto de descendientes Elvetrianos durante varios siglos. Por eso es importante conocerlos cada uno de manera individual.
Empecemos pues, con esta guía de los pueblos de Gasalia.




ELFOS

Los Elfos siempre han tenido muy claro su origen. Se consideran a sí mismos los descendientes más directos de los elvetris y los únicos que han sabido conservar intactos las tradiciones y conocimientos de sus antepasados.

Gracias a su aislamiento durante siglos (los casi mil años de la Edad del Refugio) en los profundos bosques de Silverdan, hoy podemos saber todos los detalles de aquellos primeros elvetris que se refugiaron en aquel lugar huyendo de la devastación demoníaca eran miembros de las familias Elbanor y Simdir. Se conservan numerosos escritos de la vida en comunidad de estos primeros habitantes de Silverdan.

Estos elvetris sembraron el bosque de Silverdan de Árboles de Plata, cuyas raíces no se alimentan de los nutrientes de la tierra, sino al contrario, expulsan pequeñas dosis de magia a la tierra y crece con la energía del sol que captan sus hojas plateadas, que absorben mucha más luz que las hojas normales. Cada dos años, el árbol, cuando ya tiene un tronco grueso, muda de hojas, las cuales están cargadas de magia natural que sólo los Elfos saben cómo aprovechar.

Es por esta razón por la que esos bosques en los que los elvetris se refugiaron, se llaman hoy Silverdan, por la cantidad de Árboles de Plata que en ellos se encuentran. Es gracias a estos árboles por lo que los Elfos son las criaturas que más magia poseen y que mayor facilidad tienen para usarla.

No es de extrañar, por tanto, que los Elfos se hayan denominado así, pues en el idioma Arcano, el idioma de los elvetris (conservado gracias a los escritos de los Elbanor y los Simdir) Elfo significa “elvetri que vive en el bosque” ó “Elfo de los árboles”. Esta última traducción se relaciona con un uso muy importante que les dan a los Árboles de Plata más antiguos: usan la propia magia de la planta, ensanchan la corteza, la ahuecan y crean todo tipo de estructuras de asombrosa belleza en su interior. Las llamadas Torres y Casas Árbol.
Otra razón sobre el significado de Elfo podría deberse a que los Elbanor usaban en su escudo de familia un roble de sinople blanco.




Las Causas Elvetrianas permanecieron casi intactas, sólo que ellos las llamaron Caminos.

Como descendientes más directos y conservadores del poder de los Antiguos (como ellos llaman a los elvetris) el Culto a la Luz se convirtió en una parte fundamental de su sociedad.

Si bien se diversificó bastante y se alejó de los ritos mágicos, los Elfos se sirvieron de esta Causa (Devoción) para mantener la esperanza de que su fuerza y pureza se mantendrían lo más inalterables que les fuera posible. Lógicamente, los casos extremos llevaron a la endogamia y únicamente pudieron salvarse gracias a su contacto con los Humanos (inicios de la Edad de la Alianza), a pesar de lo que quieran decir los ancianos sobre esto.
El mestizaje, aunque sancionado por el Culto, fue necesario para la propia supervivencia de los Elfos durante bastantes años.
El Culto se divide en dos ramas: los Sacerdotes, liderados por un Sumo Sacerdote, que guían la fe de los creyentes y llevan a cabo labores tanto de fe como de política y los Hierofantes, hechiceros en el fondo, sólo que aborrecen las magias destructivas de los Elementos (Fuego, Agua, Tierra y Aire) y confían en los Dioses de la Luz para ganarse sus poderes.
En realidad la magia de los Hierofantes es una magia turbia, de la que se conoce poco fuera de los Templos Sagrados en los que se imparte esta disciplina. Aunque se sabe que contiene trazas de energía Elemental, ningún Mago ha conseguido todavía realizar un análisis preciso de la magia de Luz.
Los Hierofantes aseguran que es energía inspirada directamente por los Dioses y aunque nada ni nadie pueda probarlo, lo cierto es que funciona y su poder no es desestimable.


El Camino de la Magia es otro pilar básico de la sociedad élfica.

El gran problema al que se enfrentaron los primeros hechiceros Elfos, sobre todo en las primeras generaciones, fue al profundo miedo y rechazo que le tenían los Sacerdotes a todo lo que sonase a modificación de la Naturaleza, probablemente inspirado por el miedo al regreso de los Demonios o su relación con la sed de magia que mucho Elfos magos sufren de vez en cuando.
Esta afección que sufren muchos magos élficos proviene de las relaciones endogámicas que tuvieron sus antepasados y de la adaptación de sus cuerpos a la energía proveniente de las hojas de plata. Tristemente, por esta razón la Magia no tuvo la carga social que sí tuvo el Culto de la Luz pero con el tiempo, y la relación con el resto de razas, los magos Elfos descubrieron que no sólo ellos poseían Magia en las venas y por tanto, la mayoría de los viejos prejuicios hoy día sólo se mantienen entre los sectores más radicales del Culto.


El Camino de la Fuerza es otra que se cree nació en la primera generación de Elfos (ya se denomina “elfo” en el momento en el que los elvetris recién nacidos no poseen la magia o la fuerza interna que sus antecesores) y a raíz del gran aumento por aquel entonces de monstruos depredadores que también hicieron de los bosques de Silverdan su hogar.

Hay diferentes formas de seguir el camino de la Fuerza para un Elfo:

  • La caza. Como seres que han aprendido a valerse del bosque y sus criaturas de manera simbiótica, los Elfos valoran en gran medida la caza. Ya sea para alimentarse o para defenderse.
Los cazadores Elfos siempre han sido seres erráticos y ermitaños pero, por alguna extraña razón, han ido creando un círculo apartado al resto de la sociedad. Un círculo jerarquizado regido por el Guardián del Bosque, una especie de Maestro de cazadores y vigía, que controla todo el movimiento que se realiza en el bosque. Ningún Elfo ajeno al círculo de cazadores sabe mucho sobre el Guardián del Bosque, pero nadie se atreve a poner en duda su labor.
Además de su función de conservación y protección del bosque, los cazadores están obligados a acudir a la llamada de su pueblo si éste se lanzara a la guerra fuera del bosque.

  • El ejército. De todas las antiguas formaciones militares que poseía el Imperio Elvetri, los Elfos sólo han conservado la división de los lanceros.
La única razón que existe para pensar en ello es porque las familias Elbanor y Simdir habrían formado parte de esta sección del ejército imperial.
Los lanceros élficos se cuentan entre los guerreros más aguerridos y duros de todo Gasalia. También de los más preparados.
Sus lanzas, elaboradas con hierro, plata y madera de Árbol de Plata, son unas armas magníficas de inimitable artesanía, pues los patrones de forjado se han pasado de herrero a herrero durante generaciones. Se cree, además, que en parte de su proceso de fabricación, se hace uso de la magia.

  • La diplomacia. Todos los pueblos descendientes de los Elvetris no dudan en incluir en su Historia particular el detalle de que fueron ellos quienes llevaron la diplomacia al resto de pueblos. Curiosamente, este aspecto ha sido el único que todas las razas han conservado de su origen común.
En el caso de los elfos, al confiar más en la fuerza de las palabras y la sabiduría de la edad que en el poder adquisitivo o territorial, desde que se tienen registros de finales de la Edad del Aislamiento, el gobierno y administración de los territorios élficos recae en manos del Consejo de Sabios. Siempre ha de haber un Sabio por cada asunto de gobierno. Por ello, hay un sabio de la política, otro de la defensa, otro de la magia, otro de la Luz y un último sabio, normalmente el más anciano de todos, dedicado a la conservación y registro de todos los hechos históricos importantes: el sabio Archivero.
 El valor de la Historia entre los Elfos es inestimable y dado que son seres longevos pero mortales (la mayoría alcanza los doscientos años) se ven obligados a recoger en sendos archivos todo lo que acontece y es relevante para sus vidas.

Estas son las tres Causas Elvetrianas que los Elfos han adaptado a sus vidas, pero, a estas, hay que añadirle una nueva forma de vida que los Elvetris no poseían: la artesanía.

Los Elfos y el resto de pueblos se diferencian de sus antecesores de aquel gran abuso y dependencia de la magia para todo. Los Elfos, al desarrollarse más limitados en su capacidad mágica (una gran capacidad pero aún así, con un límite) tuvieron que dedicarse con trabajo físico a todo aquello que antes les solucionaba la magia: carpintería, minería, herrería, costura, construcción… todo fue realizándose cada vez más por métodos físicos. Si bien es cierto que para muchas de estas actividades la magia se encuentra involucrada, sólo es en una proporción ínfima, exclusiva en ciertos detalles.
Dentro de la artesanía entraría también la música, la joyería y la ebanistería, campos en los que los Elfos han sido envidiados por el resto de razas desde que se conocen entre ellas.


Una tradición de la cual no se sabe cómo surgió fue la de tatuarse todo el brazo y antebrazo derecho con motivos florales y naturales según el Camino que hubiesen escogido en sus vidas:

  • Las enredaderas con flores en forma de estrella en aquellos que eligiesen la Devoción.
  • Las ramas con bayas y frutos en aquellos a los que la Magia les resultase más cercana.
  • Los tallos de espino y rosas blancas en los brazos de los que jurasen defender Silverdan y aquellos territorios en los que los Elfos tuviesen una Casa o Torre Árbol.
  • Y por último, una hiedra de ramas y hojas de formas caprichosas para los elfos consagrados en las labores de artesanía.


Muy relacionado con el asunto de los caminos y los tatuajes en su brazo, está el tema de la mayoría de edad.
Los elfos no se consideran mayor de edad según una franja temporal en sus vidas. No hay ninguna prueba especial que superar ni ninguna conmemoración única, simplemente, con el límite de los cien años de vida (la mitad de un elfo común), todo elfo o elfa debe haber encontrado su Camino en la vida. De no ser así, no podrá pertenecer a la sociedad élfica ni en Silverdan ni en ningún otro lugar. Abandonará el apellido de su familia y sólo se le conocería por elvrahis, que significa elfo sin Camino, Errante… en definitiva, un proscrito y un marginado.

Todos los elfos se apresuran una vez abandonan la infancia (algo más pronto que los humanos y enanos pero equiparados con los acuáticos: sólo a los diez años de vida ya piensan y razonan como un adulto) a aprender de todo adulto especializado en su Camino personal y además, socialmente, el límite de los cien años es una herramienta de presión continua pues es la diferencia entre un elfo honorable y provechoso para el bien de la raza o la vergüenza y deshonra personal acompañadas por la ira de todos sus familiares.
Existen muchos pueblos oficialmente formados por elvrahis y comunidades de elfos que se han adaptado a las ciudades humanas o enanas. Algunos incluso se autoexilian en las islas del sur conviviendo con acuáticos en pueblos anfibios (poblaciones mixtas de acuáticos y razas terrestres).
Una ligera minoría intenta imitar a sus congéneres llevando una vida sencilla y jurando proteger determinados bosques al estilo cazador de Silverdan.
Los que menos, no soportan el rechazo y acaban muriendo tras largos años de penurias, adicciones etc.