25 feb 2012

Criaturas de Gasalia

Criaturas de Gasalia


Así como hasta ahora he ido recopilando información e historias sobre los principales pueblos de Gasalia, me gustaría hoy mostraros unos cuantos datos sobre la gran variedad de seres que pueblan los recovecos más inusitados de estos reinos.

No estamos hablando de bestias, ni tampoco de civilizaciones. Muchas de las criaturas aquí recogidas se encuentran en un punto intermedio. Difícil de situar, pues muchas tienen una estructura social y otras poseen la capacidad incluso de hablar lenguas comunes. Es por eso que, desde que el prestigioso Ethan Dariel, historiador e investigador de criaturas mágicas, estableció el rango de “pueblos menores” a todas esas criaturas con facultades superiores a las de las bestias pero que no entran en la categoría de “gran pueblo” como lo son Humanos, Enanos, Elfos y Acuáticos.

Empecemos pues, sin mayores preámbulos, a conocer los fabulosos pueblos menores que habitan en Gasalia:


Duendes, Hadas y Ninfas

Conocidos como seres feéricos en general, la característica común de este amplio y diverso pueblo mágico es que todos son de una estatura realmente inferior a la de cualquier otro. Muchos se confunden con insectos dado su extremo parecido con éstos. Sobre todo insectos alados, pues, la mayoría de Duendes y Hadas, poseen alas de extrema belleza que no recuerdan a otra cosa sino a gráciles mariposas o libélulas.

Las Hadas son, generalmente, diminutas representaciones femeninas. Sus formas recuerdan a la de una mujer pero en realidad son seres asexuados, por lo que hablar de mujeres aquí es un tanto impreciso. Como he mencionado, su característica especial es la de tener alas, con las que pueden volar a gran velocidad, pero no a excesiva altura, pues sus frágiles cuerpos no pueden soportar las corrientes de aire que se generan en elevadas altitudes. Su lugar favorito son los bosques y los lugares apartados.
De todos modos, a pesar de su aspecto hermoso y pequeño, las Hadas son seres con un poder mágico considerable. Muchos magos han intentado estudiar cómo funciona su magia, pero todo el que lo ha intentado ha terminado en paradero desconocido, con un hechizo irreversible o desaparecido durante varios años para regresar totalmente desmemoriado. Los Elfos conocen de sobra los lugares en los que habitan y tratan de evitarlos siempre que pueden. Algunos Guardabosques de hecho, los señalizan con postes o hitos para advertencia de los caminantes. Estos intentos son totalmente inútiles, pues las Hadas, al igual que los Duendes (como ahora veremos), son de naturaleza esquiva y si un día habitan el tocón de un árbol hueco, al siguiente se han marchado a un claro despejado del bosque. Nota especial lo que ocurrió en Benshan, aldea de leñadores y cazadores compartida por humanos y elfos en lo profundo del Bosque de Sagar, al norte de Mirán: cansados como estaban de que una colonia cercana de hadas causase estragos entre los mercaderes y viajeros que debían pasar por Benshan, decidieron cerrar la zona y desviar el camino un par de millas al este rodeando toda la zona donde se sabía que vivían estos seres. No había pasado una noche tras terminar la obra, que al día siguiente se encontraron los aldeanos encerrados en su hogar, cercados por la misma valla que ellos habían utilizado.

Los Duendes son muy parecidos a las Hadas y de hecho se encuentran muy relacionados con ellas, pero con notables diferencias: muy pocas especies de duendes pueden volar (solo los “dardo” se sabe que poseen alas), no viven necesariamente en colonias y se adaptan a todo tipo de entorno. Su tamaño también varía bastante, pero nunca superan los cuatro palmos de altura.
Hay muchas especies y todas cambian según su hábitat: los leprechaun, habitantes de aldeas, granjas y sótanos de tabernas; los trasgos, que se juntan en montañas y zonas despobladas; los pixy, camuflados entre el follaje de los árboles y la hierba alta de los pantanos; y los aldabaneros o kóbold, que ocupan cuevas y minas.
De cada uno se cuentan mil tradiciones distintas y casi todas, de carácter supersticioso. Algunos dicen que los leprechaun se llevan a los niños recién nacidos y que los pixy engañan a los cazadores confiados haciéndolos creer que entre la maleza se sacude una presa y en realidad les han conducido hasta un pozo de arenas movedizas… Son espíritus libres que actúan de manera imprevista, pero en ningún caso malvados ni significadores de mal fario. Los dardo, una subespecie de pixy, son extremadamente útiles para un mago avezado. En el pasado se sabe que los primeros magos usaban pixy para llevarse comunicados de un lado a otro cuando aún no había espejos mágicos ni esferas de cristal. Los que sí causan problemas son los aldabaneros y los trasgos. Son ligeramente más inteligentes que el resto pero con escasa o nula voluntad y eso ha propiciado a lo largo de la historia de Gasalia que mucha gente se aprovechase de ellos para hacer el mal, dado que también son muy propicios a la destrucción y el pillaje a pesar de vivir en lugares apartados. Los Enanos han combatido durante siglos a las hordas de trasgos y kóbold de las montañas más profundas. Se cree que en tiempos pasados un enano renegado llamado Kühan descendió hasta los hogares de los trasgos y los trolls y les enseñó a forjar y esgrimir acero. Desde entonces, cientos de años después, todos los trasgos siguen desafiando las defensas de Uratián sin que se sepa todavía por qué siguen luchando.

El último de los feéricos son las Ninfas. Nuevamente, nos encontramos con criaturas que imitan la forma de una bella mujer, pero se sabe perfectamente que en realidad las ninfas son seres elementales, que habitan dentro de plantas, árboles o flores y que, como criaturas curiosas que son, recogen la forma de otros seres a los que avistan y las mujeres son, caprichosamente, la representación que más veces suelen tomar.
No es nada fácil ver ninfas. Son, con toda seguridad, la criatura menos estudiada de todas cuantas habitan por Gasalia, pero se sabe que en casi todos los ríos y riachuelos viven ninfas. Se cuentan historias de tritones de río que, yendo corriente arriba, se han topado con grupos de ninfas que les han otorgado dones mágicos especiales de carácter menor; otras leyendas aseguran que las ninfas son las portadoras de aquello llamado por los bardos “inspiración”, y que aquel que vea una ninfa, podrá escribir bellísimos poemas y canciones y el que consiguiese ser tocado por una de ellas, se rumorea que podría convertirse en el amo y señor del mundo, gracias al poder de conmover corazones que poseería. Pero aparte de eso, poco o nada hay documentado.





Orcos y Trols

Muy pocos reinos humanos o enanos no han tenido en algún momento de su Historia, una confrontación con uno de estos dos pueblos menores, sino ambos a la vez.

Estas criaturas son más grandes que un humano de Emisán, más altos que un Elfo y no faltos de inteligencia. Sus rostros se asemejan a los de un jabalí, animales que también usan como montura de guerra, y sus miembros más ancianos son capaces de invocar fuerzas mágicas realmente inestables. No se sabe qué tipo de magia es, pero aunque no la manejen muy acertadamente, todos los magos advierten del peligro que puede llegar a tener. En el idioma de los orcos su magia se llama “teurss” y por eso a sus usuarios se les conoce como “teúrgos”.
Los Orcos provienen de las tierras baldías del Sur. Tierras inhóspitas, apenas cartografiadas dada la hostilidad del entorno, devastadas por el sol y la guerra de años pasados entre los distintos clanes orcos.
Tras innumerables años de masacre mutua, la mayoría de orcos descubrió que los Baldíos Oscuros se habían convertido en oscuros por su propia acción destructiva y emprendieron un éxodo hacia tierras algo más benignas. El paso de las montañas de Ralayaun hacia el Desierto del Sol, se convirtió en su nuevo hogar. Los hombres de las arenas, los aswadii, fueron los primeros que se enfrentaron a la amenaza orca.
Sorprendentemente, los orcos consiguieron sobrevivir con pocos recursos en el Desierto, pero cada vez eran los más que intentaban atravesar las arenas calcinantes para alcanzar la Cordillera Roja. Pronto las escaramuzas de orcos contra las caravanas swadii se convirtieron en batallas campales y de ahí, comenzó la guerra.
Las ciudades de Shuram y Marush no pudieron frenar el avance de cientos de orcos cada día a lo largo y ancho del Desierto y, finalmente, alcanzaron la Cordillera Roja, estableciendo otra base desde la cual expandirse. Desde estas montañas los orcos se diseminaron y esparcieron por todo el continente en grupos pequeños y grandes. Casi siempre, destrozando toda oposición a su paso. Los reinos humanos andaban por entonces enfrascados en la llamada Guerra de los Tres Pasos, ocurrida en la montañosa frontera de los tres reinos Miris, Gaslian y Emisán, a raíz de una disputa por la pertenencia geográfica de unos pocos peñascos. Este hecho propició que los orcos se establecieran en todos los rincones más inaccesibles de Gasalia. Su principal bastión siguió siendo durante muchos años la fortaleza de Ubk-Tajax, en la Cordillera Roja, hasta que una fuerte ofensiva aliada de Enanos, Humanos y Elfos consiguió expulsarlos de allí; aunque aún queda para que los orcos sean una leyenda.
Obsitnados, brutales, conocedores de una magia ancestral pero poco estudiada, organizados y a la vez, caóticos… se piensa, incluso, que pueden ser los remanentes mortales de los Demonios en nuestro mundo después de que el portal de Aganibor se cerrase.


Los Trols son también otra especie de criaturas que más guerra han dado (en el sentido literal de la palabra). Antiguamente, en los orígenes de Gasalia, los trols causaban verdadero pánico entre las poblaciones humanas cercanas a los bosques espesos. Enormes, faltos de todo sentido del cuidado y sin apenas cerebro para procesar peticiones amables, se cuentan historias de trols armados con árboles de más de dos metros arremeter contra un pueblo y destruirlo por completo en apenas unos minutos. La caza de trols fue, al contrario de lo que cabría pensar, por los elfos de Talmadia (bosques profundos de las montañas del norte), dado que su número empezaba a ser preocupante para el equilibrio forestal y la tranquilidad de las gentes de la llanura.
En unos pocos años, la población de trols se disminuyó a un cuarto de los que fueron en su día y casi todos migraron a las montañas más altas (Crastales, Uratián y los Montes Blancos de más allá del Norte) adaptándose a esos entornos. Hoy los trols son criaturas más astutas y recias que antes. Aún quedan especímenes refugiados en los bosques más oscuros, pero los trols de montaña se han desarrollado con un especial gusto por la sangre y las cabezas cortadas y aunque no son exactamente una amenaza, sí representan un peligro para aquellos aventureros que se adentran en lugares montañosos y poco transitados. Como curiosidad, los enormes trols de las cavernas de gran parte del subterráneo Uratián, forman colonias con los trasgos y kóbold que allí habitan y son fuente constante de problemas para el pueblo enano.


Ogros y Gigantes

Con toda seguridad, los humanoides más grandes de todo Gasalia. Mucho más incluso que los trols y sobre todo en el caso de los gigantes, que pueden alcanzar los cinco metros de altura.

Estos dos pueblos están muy emparentados pero se distingue uno de otro en que los ogros se organizan en tribus o clanes guiados por un líder espiritual y los gigantes viven en solitario o en reducidas familias. El mayor parecido no es sólo su tamaño, sino también su alimentación: todo tipo de seres más pequeños que ellos.

Los ogros son un pueblo guerrero, al estilo de los orcos, pero mucho más sedentario que éstos. Su hogar natal está en las Crestas de Loramia (aunque también hay pequeñas comunidades instaladas en pantanos y ciénagas de toda Gasalia) y desde hace muchos años que suponen una amenaza real para las comunidades mineras que se asentaron en las faldas de las montañas e incluso en la tierra de los lagos más al sur. Por fortuna sólo atacan comunidades grandes cuando hay escasez de alimento entre los riscos (generalmente cabras y aguilones) y de ahí que una pequeña comunidad de elfos se dedique actualmente a conservar la fauna de las Crestas como maniobra defensiva.
Muchos tienden a sobrevalorar a los ogros por su aspecto oriundo, pero son auténticas bestias cuando entran en acción. Los que no los han visto en combate pueden jurarlo sino por sus salvajes rituales a la luz de las estrellas en todas las lunas nuevas, en los cuales sacrifican a algunos de los suyos más ancianos o enfermos o incluso, en el pasado, se conservan testimonios de celebraciones ogras en las que se sacrificaba un dragón joven.
Hay pocos ogros que vivan fuera de los cenagales o montañas más apartadas y los que menos ya los encontramos a las afueras de grandes villas o ciudades medianas. Son ogros que han perdido a su clan, que fueron expulsados o que huyeron por miedo a ser sacrificados al haber quedado lisiados por algún accidente o pelea.
Estos ogros suelen ser los originarios de historias terribles sobre raptos de niñas y asesinatos de niños, pero ninguna de ellas es cierta. Al vivir fuera de su hogar, estos ogros pierden todo vínculo con sus tradiciones y se dedican mayoritariamente a vivir tranquilamente, cazando e intentando no molestar. El hecho de que vivan en las inmediaciones de los pueblos se debe a que allí tienen menos probabilidades de encontrarse con sus familiares y a que también es una manera fácil de comer de las sobras y residuos que se generan de la población cercana. Otros pocos ogros, los que han conseguido dominar la lengua común o el rúnico (el idioma de los enanos) se dedican a aceptar encargos de guardabosques, de vigilantes nocturnos, de mercenarios para algún noble… a cambio siempre de un buen alcohol en el que ahogar sus penas.

Los gigantes son como he dicho, similares a los ogros pero ya en el punto físico, éstos son mucho más fibrosos que los ogros. Los rostros de los varones se adornan con frondosas barbas y las cabelleras de las mujeres con largas y fuertes trenzas. Algo que choca mucho a los historiadores enanos, pues su forma de dejarse crecer el vello es exactamente el mismo. Cuando los primeros exploradores enanos pasaron las altas cumbres del Norte, las Cumbres Blancas y pasaron al Salvaje Norte, donde la nieve y el hielo son omnipresentes, encontraron por primera vez a los gigantes. Al verse tan parecidos a ellos, salvo en la estatura, creyeron que eran las representaciones vivas de los Dioses del Invierno e, incautamente, se aproximaron a sus cavernosos hogares. Quién sabe si los gigantes vieron en ellos también la representación de algún hipotético Dios bajito y aventurero, pero el caso es que comprobaron que los enanos tenían un buen sabor y la escasa comida de los baldíos del norte no podía suplir sus grandes necesidades. Así comenzó el primer conflicto con los gigantes en la historia de Gasalia.
De todos modos, con el paso del tiempo, se comprobó que los gigantes eran muy protectores con sus familias; reducidos grupos de cuatro o cinco miembros (enormes todos eso sí) que sólo vagabundean por las cumbres buscando quién sabe si mejores cavernas donde refugiarse del frío o si alguna nueva fuente de alimento. Cosa curiosa es que no se tiene registrado ningún ataque conjunto de un ejército de gigantes o de la masacre de grandes poblaciones sin haberse antes descubierto un hogar gigánteo, generalmente, por casualidad. Apenas se registran avistamientos de gigantes mucho más al sur de los valles de Cormal aunque sí que hubo problemas con encuentros indeseados durante la construcción del túnel de Safrum (unión subterránea entre Uratián y el resto de reinos del norte de Gasalia). Es decir, que son un pueblo solitario que no gusta de visitas impertinentes.
Los enanos poseen numerosas leyendas sobre gigantes en su cancionero popular y sobre todo, cantos épicos de antiguos Ask (jefes de clanes) que derrotaban a gigantes con un solo hachazo de lado a lado. La historia más difundida es, quizá, la del gigante de hielo, guardián de la única veta de Cristalferro del mundo, un mineral, que de fundirse y ser forjado en un arma o armadura, dotaría de grandes poderes a su portador (las cualidades varían de una región a otra).


Y hasta aquí todo lo relevante a los pueblos menores de Gasalia. Algún otro día dedicaré un capítulo al bestiario mágico, en donde se recojen crónicas y descripciones de todo tipo de seres magníficos. Seres tales como Dragones, Quimeras, Grifos, Minotauros...