25 oct 2011

Los pueblos de Gasalia: Acuáticos

 --- Quiero invitaros a leer esta nueva entrega de "Los pueblos de Gasalia" con un motivo especial, y es que Leyendas Errantes cumple su primer año de vida. Muchas han sido las historias que han pasado por aquí y más aún los visitantes que se han dejado caer para respirar el ambiente a magia de los escritos que recojo en mis caminos. Para quien no lo supiera, este blog comenzó con dos historias: <La maldición del Barón> y <El Pacto> que os recomiendo leer encarecidamente si aún no lo habéis hecho.

Por otro lado y ya de paso, si es la primera vez que oyes la palabra Gasalia, quizá te interese conocer más sobre esta tierra mágica de la cual nutro estas páginas a menudo. 
Lo primero que hay que hacer es leer <La leyenda de las dos espadas> y a partir de ahí seguir con su continuación <Elvetris y Demonios> y después, si os pica la curiosidad, continuar con cualquiera de los relatos sobre los pueblos de Gasalia: Enanos, Elfos y Acuaticos... los cuales presento a continuación--




El pueblo de los Acuáticos es, sin duda, el más variopinto de todos los que existen en Gasalia. En realidad el término de Acuáticos engloba a varios tipos de criaturas: tritones y mirmidones en el género masculino y nagas y sirenas en el femenino.


Pero, ¿cómo un pueblo que vive del agua en todas sus expresiones puede considerarse amigo y aliado de los otros descendientes de los Elvetris?

Pues todo tiene su explicación. Y ésta se encuentra en las legendarias runas de cristal que las sirenas más ancianas se encargan aún hoy de custodiar. Hablo de sirenas que han vivido más de medio milenio y que aseguran que las runas cristalinas tienen muchos más años de los que llegaron a tener sus propias abuelas, también Protectoras del Conocimiento, como se denominan a este tipo de sirenas. Es decir, que hablamos de varios miles de años lo cual para algunos da muestras de que en realidad el pueblo más antiguo de Gasalia son los Acuáticos y no los Elfos. La discusión está en que como los Acuáticos vivían hasta hace poco exclusivamente en las profundidades, para el resto de razas es como si no hubieran existido hasta que se produjeron los primeros contactos, fechados hace menos de doscientos años.

Pero… a lo que iba.  La Leyenda de este pueblo es cautivadora y tengo mis razones para creer que mucho más cierta y fiable que el resto de historias de las otras razas. Como todas, empieza en el momento en el que el Emperador Elvetri realiza el sortilegio por el cual el maná del mundo se volvería nocivo para los Demonios y así lograr expulsarles. No menciona ese detalle, pero sí a los demonios… y dice así:


Cuando el mundo se volvió en contra de los Padres (los Elvetris) y su esencia se convirtió en veneno, los llamados Herederos se dispersaron por doquier intentando refugiarse de los seres del Caos y la Destrucción (los Demonios).
Los Padres Graledon y Othan marcharon por mar para encontrar refugio en las tierras místicas del oeste, donde ni los Demonios se atreverían a entrar.
Estos dos Padres marcharon con sus familias, amigos y muchos otros que estaban a su servicio, por lo que su marcha era lenta y llena de peligros. El mar cada vez era más peligroso y pronto los seres del Caos les darían caza.
Graledon, como experto marino que era, vio que iba a ser imposible que sobrevivieran mucho tiempo en el mar con tantos barcos como iban y optó por virar hacia el sur, donde se encontraban las Tierras de los Ríos. En la desembocadura de uno de ellos había una ciudad-fortaleza llamada Ys, donde podrían alojarse prácticamente todos. Cuando Graledon ya iba con sus barcos hacia el sur, Othan se negó a seguirle, asegurándoles que no obtendrían refugio en un lugar así. No obstante, como buen Padre que era, le otorgó a Graledon un artefacto protector que evitaría que los demonios les encontraran.

Graledon se lo agradeció a Othan y éste desapareció en la niebla del oeste, tras la cual se suponía que se encontraban las tierras místicas.

Ys era enorme, pero no estaba completamente llena y los habitantes de la ciudad-fortaleza refugiaron en sus casas a todos los exiliados y proclamaron a Graledon Rey de Ys, el cual se desposó con Amaniel, la viuda del antiguo señor de Ys.

Así, comenzó un nuevo reino Elvetri, el último que existiría.

Con el paso de los años, la situación del mundo parecía empeorar por momentos. El hechizo del Emperador aún hacía efecto en el maná y los magos no podían hacer nada. Bien por miedo a atraer demonios o bien porque podían resultar dañados al manipular maná envenenado.
 Las tierras de los ríos se inundaron, dejando a Ys totalmente aislada.

Graledon no aguantaba más tiempo en su soledad. Necesitaba saber que aún había gente ahí fuera, otros elvetris. Quizá Othan había llegado a las tierras místicas y por fortuna éstas no se encontraban tan lejos como se contaba en las leyendas. Tal vez otras familias de elvetris se encontraban combatiendo a los demonios en otros puntos de Eldia… cualquier cosa le bastaba con tal de saber que el plan del Emperador no había echado a perder toda la vida en el mundo.

Por eso, en un arrebato de impaciencia, desoyendo las advertencias de sus consejeros, invocó la presencia de cualquier elvetri que se encontrase vivo con  toda la fuerza de la que fue capaz.

Pero aquello no fue una buena idea. Graledon no previó los efectos del maná que su Emperador había corrompido. El hechizo tuvo un gran alcance pero Ys se encontraba demasiado lejos de todo, muy al sur y muy oeste de cualquier otro lugar habitado por elvetris… pero no por demonios. Demonios sedientos de magia. Seres del Caos los llamaban. Y Graledon los atrajo como moscas a miel.

En pocos días la ciudad estaba asediada por todos los frentes por demonios voladores y hechiceros que aún soportaban la magia corrupta de Eldia.
Ys era un suculento plato rebosante de magia todavía pura, completamente indefensa…
¿Completamente? ¡No!
Graledon recordó que aún tenía guardado el artefacto mágico de Othan y sin dudarlo, momentos antes de que los demonios lanzasen su ataque final sobre la ciudad, lo activó.

Othan sólo le había dicho a Graledon que aquel artefacto les protegería de los demonios, pero no de qué forma. Cuando la pequeña esfera que contenía el hechizo se abrió, un gran estruendo sacudió la tierra sobre la que se asentaba Ys. El islote sobre el que se sostenía empezó a moverse, y toda la ciudad  con él. Aquella isla se había convertido en unos pocos segundos en una enorme tortuga marina, que se movía lenta pero segura por el mar tempestuoso.
Los demonios permanecieron atónitos ante aquel espectáculo, lo cual fue aprovechado por las defensas de Ys, aunque por muy poco tiempo. De pronto, la enorme tortuga comenzó a sumergirse… llevándose a Ys consigo.

La ciudad se inundaba a medida que entraba en el mar. Aunque los demonios no les perseguirían bajo el agua, iban a morir irremediablemente ahogados.
Graledon se aferró a su mujer Amaniel mientras, desde lo alto de su palacio, veía cómo el mar se les acercaba rápidamente.

Y después, sólo existió el agua.



Hasta aquí es la historia de los Elvetris que llegaron a Ys y de cómo al huir de los demonios quedaron ocultos bajo el agua.
A partir de aquí sólo hay habladurías, teorías y mucha invención. Pero la realidad es que los elvetris de Ys no sólo sobrevivieron, sino que evolucionaron bajo el agua. Hay diversas teorías: que todo era parte de la magia de la tortuga de Othan, que el rey Graledon pudo haber recibido ayuda en aquel llamado desesperado y pudo encantarse a sí mismo a los habitantes de Ys para respirar bajo el agua… no hay nada claro.
Las siguientes runas de cristal datan de unos trescientos años después de aquellos hechos. Sin mayor explicación, los elvetris ya han desaparecido. Sólo hay Tritones y Sirenas. El pueblo Acuático.

Los primeros escritos de esta nueva época describen cómo son los nuevos seres surgidos a partir de los ancestros elvetris.

“Los hombres creen en la fuerza y en la velocidad de movimientos cuando toca adentrarse en la oscuridad de las fosas abisales. Sus cuerpos son escamados y duros. No tienen aletas pero sí palmas en manos y pies para aprovechar al máximo las corrientes marinas. Algunos se dejan crecer largos y afilados dientes simulando a tiburones, otros desarrollan grandes cuerpos espinados y acorazados mientras que otros optan por crecer en pequeño tamaño y ser rápidos cual delfín pero mortíferos como pirañas.

En cambio las mujeres decidieron mantener intactos lo máximo posible su tronco superior del cuerpo, manteniendo la belleza arrebatadora de los seres de la superficie pero modificando su tronco inferior para parecerse más los peces con los que convivimos. Aún así, muchas de ellas mantienen las dos piernas de los ancestros para cuando deben salir a la superficie.
Dieron soporte a sus hombres recogiendo perlas luminosas de las profundidades para alumbrar hasta en la más profunda oscuridad. También fueron ellas las que conservaron los ancestrales secretos de la magia y la hechicería. “
Esto explica muchas cosas, pero aún así, no todo está escrito en runas de cristal.

Para empezar, la enorme tortuga era algo más que una realidad pues en todas las dinastías de Poseidones (reyes del Oceáno) se les representa con un cetro en cuyo extremo se encuentra la famosa esfera que hizo llamar a la tortuga, llamada Leviatán en algunos casos y en otros simplemente Tortuga. La leyenda cuenta que si algún día los Acuáticos necesitaran protección, sólo el Poseidón podría llamarla de vuelta a la vida.

La ciudad de Ys pasó a formar parte del fondo marino. Las sirenas, como protectoras del conocimiento de los Acuáticos, guardan su localización exacta con gran celosía. De todas formas, según dicen, poco queda allí que a los otros pueblos nos pudiera interesar, aparte de antiguas runas que los Acuáticos conservan para recordarse a sí mismos de donde vienen.

Después habría que explicar la jerarquización social de los Acuáticos.

En  primer lugar encontramos al Rey del Océano (también llamado Poseidón genéricamente), con su mujer, la Reina de los Mares.

Ambos son los guardianes de los dos aspectos que dividen el sexo de los acuáticos: El Rey de la fuerza y la Reina de la sabiduría.

Después se encuentran las Sacerdotisas Nagas y los Caballeros Mirmidones. Las nagas son sirenas, pero cuyas cualidades están limitadas de nacimiento para sólo desarrollar capacidades mágicas bajo el agua. Al contrario que las sirenas, nunca podrán salir a superficie y dedicarán su vida al culto de los espíritus del agua y la luz, así como de los ancestrales conocimientos que porta su pueblo.
También son las únicas capaces de construir arrecifes acuáticos sobre los que erigir nuevas ciudades o templos. El culto que profesan hacia la luz es en esencia el mismo que mantienen los elfos, pero de una manera más primitiva, ligada al mundo de los espíritus que habitan el agua. Es decir, muy ligada también a la magia.
Los Caballeros Mirmidones son más bestias subacuáticas que humanoides. Montan caballos marinos de grandes proporciones y siempre van armados de huesos de seres de las profundidades cargados de venenos y acorazados con sus propios cuerpos, los cuales modifican a voluntad, con mucha más libertad que los tritones, pero sin capacidad de salir también a superficie. Son los guardianes perfectos del fondo marino.

Las ciudades de los Acuáticos se fueron acercando, quizá por casualidad, quizá por visiones de las Nagas, poco a poco a Gasalia.
Al poder erigir arrecifes de forma mágica y casi instantánea, nuevamente es imposible seguir el rastro de las ciudades que los acuáticos han ido poblando tanto en el fondo como en la superficie del mar.

Desde que los pueblos de Gasalia recibieron a los primeros Acuáticos, y desde que la Luz les unió a éstos en una gran alianza, el Rey Olint decidió construir la mayor ciudad acuática jamás vista. Se asentaron en el suroeste de Gasalia, cerca del delta de los ríos Adhar y Malbeon. De esta forma surgió Olintia, en honor al Poseidón. Tanto en el fondo del mar como en la superficie se erigieron grandes construcciones de asombrosa belleza con elementos extraídos del mar: conchas gigantescas, esqueletos de bestias antiguas, minerales extraños y desconocidos… También, para poder recibir audiencias de otros reinos vecinos, se construyó el primer Palacio del Mar en la superficie del inmenso arrecife de Olint, que supera con creces a los maravillosos palacios del Desierto de Alarem o las torres de los vientos de Emis. Por supuesto, también construyeron bajo el agua, pero en su mayor parte templos para su culto de la Luz y el Agua, aparte de la ciudadela sumergida de Poseida, inaccesible a los habitantes de la superficie.

Después de Olintia, muchos otros acuáticos, sirenas y tritones, marcharon por los ríos de Gasalia, adentrándose en otros manantiales, lagos y asentándose en costas salvajes e inhóspitas.

La labor de los Acuáticos en cuanto a la magia es incalculable. Lo que otros pueblos perdieron u olvidaron, ellos lo recordaron gracias a sus Sacerdotisas Nagas. Son quizá el pueblo que maneja la magia de forma más natural en Gasalia. Mucho más que los elfos, pues las transformaciones y adaptaciones que hacen en su cuerpo a lo largo de su vida es puro derroche de magia.

También son seres muy fuertes. Descontando a los Mirmidones, los tritones siempre han sido bienvenidos en cualquier ejército y su efectividad en tierra firme, aunque no tanta como en el agua, es más que notable.
Las sirenas no se quedan atrás. Su magia es de las más poderosas en lo que a curaciones y antídotos se refiere. Lo único que pide una sirena para estar al servicio de cualquier rey o noble es que le aporte una fuente de agua pura estable y un septo para rezar a sus dioses del mar.

Todos los Acuáticos se caracterizan por ser impetuosos e impredecibles como las aguas agitadas del Mar de Ovrán pero también rigurosos y constantes como los largos ríos e imperecederos lagos de Loramia.

Eso sí, muchos bardos han perdido el juicio por enamorarse de alguna sirena demasiado hermosa como para ocultarse.
Ellas tienen la costumbre de imitar a elfas y humanas en su vestidura y en las formas de su cuerpo, salvo que su piel siempre mantiene un ligero tono azul-verdoso, las escamas desaparecen y simulan piel humana, aunque mucho más tersa de lo normal.
La mayor dificultad de las sirenas que conviven en tierra firme es su facilidad de enamorar a los terráneos, o gente que vive de la tierra como ellos nos llaman.
Y es que los acuáticos, por naturaleza, no pueden reproducirse con otros seres de distinta especie. Sólo entre ellos. Lo mismo pasa con los tritones pero yo de momento no he oído a ninguna mujer suspirar por un cuerpo, aunque bípedo, todo escamado y con olor a pez.